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Alfredo Vicente Ramírez

Felipe Nolasco Martínez

Campesino y cristiano comprometido con las causas sociales

 

Felipe, desde su experiencia, aporta la visión del trabajo organizativo con arraigo en el pueblo. Nos enseñó que la educación debe tener raíces en la sabiduría de la clase trabajadora, en su lucha permanente por las transformaciones sociales.


Nació en una zona cafetalera al occidente de El Salvador

Felipe nació en el municipio de Coatepeque departamento de Santa Ana, un 9 de septiembre de 1951 y falleció el 20 de julio de 2023. Hijo de dos humildes personas campesinas: Juan Francisco Nolasco y Pilar Martínez, quienes procrearon también a Luisa y Lucía. Viviendo en condiciones de pobreza, desde pequeño aprendió a cultivar la tierra. Nunca compró los frijoles y maíz, su familia consumía el fruto de su trabajo, sus cosechas. Muy joven también vivió la experiencia de cortar café en las haciendas que existían en el municipio. Allí comenzó a conocer el problema de la explotación a las y los jornaleros.



Su compromiso con la organización campesina

En las haciendas cafetaleras tomó concienca de la explotación y decidió organizarse en la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) surgida el 28 de octubre de 1976. Así inicia su compromiso de defender los derechos del campesinado, antes de la guerra civil salvadoreña de 1981 a 1992.


Fue promotor y organizador de FECCAS viviendo en el cantón Mogotes, en el municipio de Tacachico, departamento de La Libertad. Trabajó con líderes del campesinado como Apolinario Serrano, Patricia Puertas y Félix García, dirigentes que fueron asesinados en una emboscada de la Fuerza Armada frente al cuartel de Caballería, sobre la carretera que conduce a Santa Ana, jurisdicción de Opico, el 29 de septiembre de 1979, junto a ellos también asesinaron al campesino Chepe López.


Catequista y celebrador de La Palabra

Felipe fue celebrador de La Palabra, como parte de su trabajo pastoral dentro la Iglesia Católica garantizaba la reunión de la comunidad cristiana en ausencia de los sacerdotes.


El trabajo pastoral era coordinado desde la parroquia de El Paisnal y Aguilares. Felipe combinaba el trabajo pastoral con la organización campesina.


Monseñor Romero es nombrado Arzobispo de San Salvador el 23 de febrero de 1977. El 12 de marzo de ese año fue asesinado el sacerdote Rutilio Grande camino a El Paisnal. El asesinato de personas catequistas y celebradores de La Palabra sacerdotes y religiosas junto a miembros de organizaciones sociales que acompañaban las causas populares era cada vez más sistemático.


El 24 de marzo de 1980 es asesinado San Óscar Arnulfo Romero como parte de la escalada de violencia en el país.


Su compromiso y el deber de ayudar a su familia

Felipe llegó a vivir al cantón Mogotes como jornalero campesino entre 1977 y 1978; allí se enamoró de Dionicia Urquilla Flamenco. Con ella procrearon 8 hijas e hijos: Silvestre, Cecilia, Noé, Dina, Patricia (nombre en honor a Ticha Puertas), Guadalupe, Tomás y Tere.


En Mogotes, como en varias zonas rurales de El Salvador en esos años, existían campesinas y campesinos organizados que eran perseguidos y señalados por miembros de escuadrones de la muerte. Felipe fue capturado el 21 de mayo de 1977 junto a otros campesinos de la zona, fue torturado durante su arresto y liberado el 3 de junio de ese mismo año, gracias a la insistencia de su madre que logró ubicar donde lo mantenían preso. El 26 de junio de 1980 logró escapar de miembros del Ejército que nuevamente lo tenían preso. El 9 de julio del año 1980, la Fuerza Armada, escuadrones de la muerte y defensa civil ingresaron a la comunidad de Mogotes y asesinaron a 41 personas, en su mayoría mujeres y niños. La familia de Felipe logró huir abandonando sus pertenencias.

Como sobrevivientes de esa masacre Felipe y su familia se desplazaron a


vivir al cantón Las Granadillas, ubicado en la cordillera de El Bálsamo jurisdicción de Santa Tecla en La libertad. Allí continuó su experiencia de celebrador y organizador. El decía: “Cuando uno está marcado por experiencias que enseñan el camino para las transformaciones, ese camino no se puede abandonar”.


Él y su familia vivieron en diferentes zonas de La Libertad, siempre buscó vivir muy cerca de lugares donde poder cultivar y cosechar el sustento de su familia. Y en cada sitio donde vivió construyó una casa. Felipe era un experto en construcción con los materiales que adquiría en la zona, manejaba las medidas y los trazos como cualquier constructor experto. Su preocupación vital siempre fue: techo y comida para la familia.


Las comunidades de Santa Tecla y Felipe

Su estadía en la comunidad de Las Granadillas lo vinculó con el trabajo de las Comunidades Eclesiales de Base de Santa Tecla. Se involucró en procesos de formación para integrar equipos de pastoral que trabajaban en las siguientes comunidades: El Matazano, El Limón, El Sacazil, El Triunfo, Los Pajales, Los Amates y Las Granadillas.


En 1984, llegó a la parroquia Miguel Cavada Diez como sacerdote colaborador de la parroquia de El Calvario. Miguel es asignado para acompañar el trabajo de las comunidades en los cantones.


Felipe y Miguel fundaron una cooperativa de productores en la zona. Con su experiencia como agricultor y organizador, se consolidó poco a poco un trabajo en esas comunidades que históricamente eran muy conservadoras. Allí el trabajo comunitario se fue vinculando con el trabajo pastoral, el trabajo social y el surgimiento de expresiones culturales como el canto, el teatro, la danza y los festivales de la cosecha del maíz.


Estas experiencias de educación popular fueron animadas por Miguel Cavada, fundador de Equipo Maíz, con quien Felipe desarrolló una amistad permanente y duradera. Felipe dedicó parte de su tiempo laboral a Equipo Maíz hasta su partida el 20 de julio de 2023.


Trabajó con la memoria histórica

Para Felipe siempre fue importante recordar a las amigas, amigos, compañeras y compañeros caídos, desaparecidos y asesinados. El siempre pensó que “la vida no puede estar ausente de nuestra historia, es parte de nuestra vivencia, ignorarla y no transmitirla es negarla.


En dos oportunidades visitó su comunidad histórica, Mogotes, allí frente a alumnas y alumnos de primaria y población asistente, explicó los motivos de la masacre, recordó cómo la violencia arrebató la vida de las abuelas y abuelos de muchas niñas y niños presentes, además de demandar justicia para las personas violentadas en muchas comunidades que como la suya, fueron devastadas por el único motivo de trabajar y soñar con mejores condiciones de vida. Es necesario que las nuevas generaciones sepan por qué asesinaron a sus abuelas, abuelos y familiares que nunca conocieron.

Canción el “Canto al maíz”, escrita por Miguel Cavada y que inmortalizó a Felipe.


No fue tan chiche la chapoda del terreno

que era muy terco el gran chaparral

pero le volamos duro con la cuma

y quedó parejo parejito el ixcanal (2 v.)


Por eso te invitamos a la Fiesta del Maíz

elote con elote hagamos el atol

para que toditos podamos compartir

el fruto del trabajo como signo de unidad.


Despuecito enterramos el grano de maíz,

le pusimos en el surco pa' que eche la raíz

y don Felipe cuidaba todo el día

para que el zanate no comiera la semilla (2 v.)


Ya con el abono fue agarrando más fuerza,

con la lluvia buena la milpa creció

para la tapizca la milpa estaba chula

y las mazorcas recogimos una a una (2v.)


Gracias a Felipe, con tu compromiso, con tu diálogo ameno y profundo marcaste un estilo de ser campesino convencido que solo se avanza si se hacen transformaciones sociales profundas.

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